El roce hace el cariño, reza un antiguo refrán castellano, aunque seguro que muchas parejas podrían apostillar estos días: pero también irrita la piel. Y es que la pareja ha pasado de ser una parte de nuestro día a día a estar presente en todas las actividades cotidianas que antes realizábamos solos, desayunamos, organizamos la casa, atendemos a los niños o hacemos deporte, vemos la tele, etc., todo juntos ante ellos. Ha desaparecido el equilibrio, sin cronograma, nos enfrentamos al rol de pareja a jornada completa, generando estrés o tensión en la relación, poco a poco algo en nuestro interior nos avisa de un más que posible choque de trenes. Tras una conversación o al organizar una tarea vemos alzarse la bandera pirata.
Por mucho que lo intentemos nos será imposible determinar que parte ese incipiente enfado pertenece a la situación que estamos viviendo y cual pertenece a lo petardo que nos parece nuestra pareja en este mismo momento. Las emociones son esa masa informe tan difícil de gestionar y de dirigir, que se basan en nuestra percepción de la realidad. Pero desgraciadamente recibimos tanta información de nuestros sentidos que elegimos la que más concuerde con nuestro estado de animo. Es decir que si nos sentimos felices al mirar por la ventana nos fijaremos en las flores de las macetas de los vecinos. Y si estamos cabreados, solo veremos que la tierra de las macetas está seca y que los del cuarto derecha son unos pedazo de… misma realidad dos reacciones.
Así que lo primero que hay que tener en cuenta que la realidad no siempre supera a la ficción y que igual estamos proyectando nuestros sentimientos de frustración hacia los demás. Esto es bidireccional, es decir que tenemos muchas papeletas de encontrarnos en medio de una pelea a calzón quitado cuando solo habíamos ido a la cocina a por agua. El primer impulso será el de participar en la contienda, aunque antes, deberíamos enfriar la mente y pensar (frente a sentir) que los beneficios son pocos y las perdidas pueden ser ingentes. En caso de que algún comentario haya sido especialmente hiriente, lo apuntamos y en un momento de calma, lo aclaramos. Repita conmigo: “las luchas de poder no llevan a nada, el que gana, pierde”, incluso aun sufriendo viviendo una infidelidad.
Tenemos que hablar
La clave para que una pareja funcione no es el dinero sino la Comunicación, la que se tuvo al inicio y se fue perdiendo por la falta de tiempo, desidia y la ausencia de cosas que contar sin ser más de lo mismo. De hecho, ¿sabemos que significa para nuestra pareja este confinamiento?, o hemos dado por hecho que tiene la misma visión de la situación que nosotros, el pensamiento único no esta tán instaurado en la naturaleza humana como creemos. En estos días de aislamiento hay quien ve la oportunidad, tiempo para aprender, recuperar o ponerse al día. Hay quien lo ve como descanso, no hacer nada, unas vacaciones, el dolce far niente italiano. Todas son legitimas, pero, no todas son compatibles y mucho menos existe la correcta (la nuestra). Así que debemos conciliar posiciones, imponer funciona a corto plazo, pero genera tensiones que pueden acabar en una explosión y por mucho que digan de las detonaciones controladas, uno nunca puede estar tranquilo. Guardemos esa opción como ultimo recurso, por delante de coger un cuchillo y por detrás del chantaje emocional y muy lejos de las que nos interesan, si lo que queremos es salir del confinamiento con una relación fortalecida o al menos indemne y no buscar al culpable del estropicio.
La oportunidad la pintan calva
El momento lo es todo, o casi, se tienen que dar al menos las siguientes condiciones tiene que haber un clima relajado, no interrumpir una actividad que están realizando con cierto interés. Focalizar la atención ante la conversación (evitar distracciones). Plantear lo que esta pasando y buscar una manera de negociar la manera de conjugar las posiciones. Hablar de lo que uno quiere y escuchar lo que esperan de nosotros. Debemos ser ecuánimes, instintivamente tendemos a optimizar nuestra posición (arrimar la ascua a nuestra sardina), pero atornillar solo genera desconfianza, y que el compromiso al final se quede en nada. Del mismo modo conceder por evitar problemas es lo contrario de lubricante para la relación, solo es un retraso de lo inevitable. Y es que no podemos olvidar que no estamos echando un pulso, sino buscando una solución común, que nos una como equipo frente a la situación que estamos viviendo, que es en realidad el verdadero enemigo. Hay una variable que se tiende a olvidar, la organización, crear un plan hace que los días crezcan y que todos se sientan incluidos en el proyecto. La comunicación con nuestros seres queridos, tienen una doble vertiente, ciertamente compleja, nos hace sentirnos más cómodos para expresar emociones y a la vez los aspectos negativos son tomados más en cuenta. Por ello debemos medir las palabras que usamos y ser conscientes de los gestos que hacemos o que hemos dejado de hacer, ya que, aunque nuestra intención sea buena, nuestro sentimiento autentico podemos avivar el conflicto.
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