En consulta, estos jóvenes son muy visibles, acuden por situaciones vitales, que podemos denominar normales: desencuentros emocionales con amigos o parejas, imposibilidad de tomar de decisiones sobre su futuro, dificultades para enfrentarse a los exámenes o buscar trabajo, etc. Lo cual les genera frustración, mucha frustración y mucha angustia, que en un circulo vicioso hace que les afecte más las situación que están viviendo.

Desconfío de los padres perfectos, esos que nunca fallan en la crianza de sus hijos, ¿qué idea creen que están transmitiendo a sus hijos? Los convierten en juguetes rotos, nunca van a sentir que están a la altura de sus progenitores: mis padres me lo dieron todo y ahora les he fallado. Son carne de cañón para el mundo real, donde son fácilmente manipulables.

Reorientar a este tipo de pacientes es complicado, no entienden que son una ficha en un tablero que no manejan, tienen una idea de que al final todo va a salir bien, como si la vida fuera una serie de televisión. De hecho, da igual las cartas que tengan, pueden ser intelectualmente superiores, provenir de una familia adinerada, o tener una extrema belleza. No van a funcionar, el escenario nunca va a estar a la altura de sus pretensiones. Para mi es duro despertarles, y también extraño, ¿de verás crees que se van a cumplir tus expectativas?, ¿Nadie te ha dicho esto antes, ni tus padres? Las personas sobreprotegidas tienen dos opciones: sentirse víctimas de su pasado o actuar: replantearse la vida, ser consecuente y empezar a tomar las riendas de su vida.

Otro punto interesante con lo que me suelo encontrar, es el tipo de apego que tienen con sus padres, familia o amigos. Para ser niños que han vivido “entre algodones” no se vinculan de una manera sana con su entorno. De hecho, encuentro muchas similitudes entre los pacientes que han sufrido abandono emocional y los sobreprotegidos. Ambos se han construido un mundo de fantasía, suelen vivir en una soledad traumática y son tendentes a la depresión, con todo lo que eso conlleva, conductas abusivas, dependencias emocionales, perdida del control e impulsividad y mucho sufrimiento. A esto se le suma una baja autoestima, no estoy ni estaré a la altura de lo que esperan de mi, poca cultura del esfuerzo, este trabajo, relación o curso, no es lo que esperaba, lo dejo.

Como la consulta de un psicólogo es un microcosmos, también tengo pacientes que me hablan de como educan a sus hijos de manera sobreprotectora (porque ellos lo saben). Desconectarles es un trabajo arduo, les genera mucha ansiedad el levantar sus manos, dejar que cometan errores, que se vuelvan a levantar. Ellos pasaron una vida de carencias y quieren darle lo que no tuvieron, la frase que siempre les repito es la siguiente: No es el deseo de unos padres de tener un hijo, sino el derecho de un hijo a tener unos padres que se preocupen por el, y eso supone no proyectar sobre el, ni sus frustraciones, ni sus miedos.

 

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