Las parejas igual que los vaqueros suelen desgastarse siempre por las mismas zonas según su diseño. Me explico, no todas las relaciones se inician apoyándose en las mismas cosas. Algunas surgen de un flechazo y la intimidad tiene un peso considerable, otras de esa conexión espiritual, y les une el compartir una visión del mundo similar o se han sentido arropados cerca el uno de otro por lo que la comunicación verbal o no es importante. Con el tiempo la relación y sus miembros avanzan, y no siempre en la misma dirección. No se puede mantener esa llama inicial de la pasión que nos hacia añorar la ausencia de nuestra pareja, además sería agotador. Es aquí donde debemos empezar a construir nuevos puentes hacia esa persona tan cercana que a veces sentimos tan lejos.

El principal problema siempre es una comunicación emocional efectiva. El poder hablar sobre nosotros sin tapujos y de manera positiva, sin que ninguno se sienta atacado, culpable o dolido, ¿qué nos esta pasando? Esto raramente ocurre, o pasa que uno de los componentes se inhibe dejando que la iniciativa sobre este tipo de temas quede en manos del otro, lo que al final crea cierta frustración y enfriamiento emocional oculto.

Entonces aparece la primera señal de alarma real, el sexo. Las relaciones de pareja es una frase hecha que deja muy claro lo que esta pasando. Si me siento incomprendido, agraviado, dolido, es complicado que pueda sentirme cómodo al hacer el amor (otra frase digna de ser analizada). Puedo tomar dos decisiones que a la larga llevan a un mismo destino, fingir que no pasa nada o mostrar mi estado de animo de disgusto. Aquí se inicia un conflicto en el sentido de un intercambio de quejas veladas que esperamos que la otra parte sepa interpretar, lo cual, cuando menos, es una apuesta arriesgada y puede generar problemas de autoestima qué esta pasando, ya no me desea. O incluso depresión: No sé qué hacer, me va a dejar. En el mejor de los casos ante la señal de alarma ambos deciden acudir a un profesional, en otros casos se toman alternativas como:

Hacer como si no pasara nada y adaptarse a la nueva situación, entender los cambios como un nuevo estado de la relación en la que cosas como la de compartir sentimientos, realizar proyectos juntos o tener un proyecto en común desaparecen.

Centrarse en lo que importa, dar más peso a los hijos, trabajo o las mascotas y dejar a la pareja en un segundo lugar liberando la importancia de sus comentarios, actos o desaires.

Redistribuir las cargas, realizar actividades lúdicas o compartir aficiones como practicar deporte con amigos o conocidos donde la importancia de las emociones asociadas es nula.  Aquí se puede incluir la aparición de tercero o terceros como metido de aliviar las carencias sexuales, afectivas o mejorar la autoestima.

Estas alternativas son técnicas de enfriamiento de la relación, una forma de parche que no solventa el problema, sino que lo traslada en el tiempo dejando más en evidencia que existe un problema real que el tiempo no lo cura todo, sino que lo enquista.

Es aquí donde surge el ultimo tren para la pareja, ya gobierna el silencio emocional y es evidente la tensión, las discusiones se agravan con descalificaciones o son constantes los comentarios sarcásticos y punzantes. Perdemos la referencia de la pareja, no hay empatía y lo convertimos en la causa de nuestra decepción e ira. La idea de separación no es que se nos cruce por la cabeza, sino que es una fantasía de liberación. Es complicado salvar los muebles, pero no es imposible, simplemente queda encontrar si todavía quedan restos de los sentimientos que se profesaba la pareja. Si debajo toda esa montaña de dolor queda algo de ese amor, la relación aun tiene esperanza. En otros casos el psicoterapeuta solo puede confirmar el fin de una relación y al menos estructura una separación armoniosa, indispensable para seguir adelante, sobre todo si hay hijos por en medio.

 

5 consejos sobre comunicación de pareja. La clave de todo esta en la comunicación. La pareja que se habla y se entiende es fuerte a las crisis que la vida les presente, pero requiere de ciertas características:

Hablar desde el YO, expresando emociones, y como nos sentimos o nos hace sentir la pareja en determinadas situaciones o con sus comportamientos.

Aquí y ahora, es fácil caer en el atajo de recordar el pasado, presuponer el futuro o meter a terceras personas. La pareja somos tu y yo, y vamos ha hablar a pecho descubierto. Sin tapujos y sin muletas.

Madurez dialéctica, el canal que se genere no debe ser contaminado, nada de manipulaciones, criticas o ataques. Si buscamos responsables perdiendo la perspectiva empática del otro, estamos avocados al fracaso.

Amar es decir lo siento, nadie esta libre de cometer errores, involuntarios o por desconocimiento, saber dar marcha atrás, entender que podemos causar dolor es importante. Centrarse en mantener las posiciones a toda costa puede suponer una victoria, pero al final nos lleva a la derrota.

El cambio es la constante, la pareja cambia porque nosotros crecemos y modificamos nuestras creencias. La novedad, conlleva incertidumbre lo que genera miedo. Es ahí donde debemos decidir si dejar anclada la relación al pasado o mirar al futuro.

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