Cuando uno busca las causas de su crisis de pareja, suele centrarse en los problemas relacionales, en como es imposible encontrar acuerdos, comunicarse de una manera efectiva (y afectiva) o simplemente hacerle entender que todos tenemos manías y hay que respetarlas, sino queremos que la sangre llegue al río. Sin embargo, pocas veces uno busca en su interior que le llevo a buscar pareja (o que llevo a buscar pareja a su pareja). O incluso, preguntarse qué esperaba que me diera la pareja o en que lo completará.

Y es que, aunque seamos nuevos en esto de la convivencia en pareja, nunca vamos de vacío a una relación. Tenemos ideas, deseos, creencias y sobre todo una historia familiar que consideramos normal y que tendemos a repetirla en nuestra vida de pareja. Los casos más extremos van mas allá y buscan en el otro miembro superar unas carencias de cariño. En psicología denominamos a esto, la necesidad neurótica de afecto, y lo importante del concepto es el termino neurótico (ya todos necesitamos el amor de los demás). Las tendencias neuróticas, que pueden ser de muchos tipos (poder, destructivas, perfeccionistas, etc.) tienen dos características comunes: son compulsivas, es decir existe una necesidad existencial de llevarlas a cabo, y su no realización conlleva una alta carga de angustia, creando una relación de dependencia, abuso y abstinencia como si de una droga física se tratase. Y son de carácter inconsciente, es decir son ajenas a las personas que las padecen, no sienten que están bajo el influjo de una necesidad tan grande de afecto que trastoca y determina las restantes facetas de su vida. Las características de este trastorno relacional fueron descritas magistralmente por Karen Horney (1946):

  • Necesidad de sentirse querido, complacer, y ser aprobado por los demás; viviendo automática de las expectativas.
  • Búsqueda su centro de gravedad en los demás (y no en sí mismo), teniendo solo en cuenta sus deseos y opiniones.
  • Temor a realizar cualquier comportamiento de autoafirmación.
  • Sobreatención a cualquier señal que pueda parecer hostil por parte de los demás (y poner en marcha su huida).

Esta búsqueda de afecto oculta paradójicamente una hostilidad encubierta que hace fracasar todas relaciones en las que se involucra “con todo lo que yo he hecho por…”, “no tengo suerte nadie…”, “solo quiero a alguien a quien amar”. Culpa soterradamente a la pareja (y al entorno) de la zozobra y reiniciándose nuevamente el ciclo búsqueda de alguien sobre quién verter la necesidad imperiosa de dar afecto y gestionar su hostilidad interna. “La mayoría confunde su necesidad del prójimo con una presunta disposición al amor, ya sea por señalada persona o por la humanidad en general” (K. Horney). Además, dentro de su búsqueda de afecto encuentra otra dificultad, la que a pesar de obtener el cariño buscado, no tiene capacidad de aceptarlo, o solo de manera temporal. Esto es debido a que las muestras de afecto le enfrentan con su desconfianza y hostilidad interna desencadenando resistencia, ansiedad y creencias asociadas a intereses ocultos poco honestos (George Boeree, 2001).

Este perfil neurótico, demandante de cariño, suele funcionar en relaciones neuróticas, es decir con parejas con unos síntomas “compatibles”, como por ejemplo con personas obsesionadas con la búsqueda de prestigio y poder. Tienen un perfil basado en la dominación sobre los otros (siempre por su propio bien), además de:

  • Tener una gran (exclusiva) devoción a sus proyectos, el deber y la responsabilidad.
  • Una gran individualidad, otorgando una falta de respeto a los demás y despreocupación por las personas a su cargo.
  • Aprobación del uso del poder y la fuerza de manera normalizada y desprecio por la debilidad.
  • Temen a las situaciones que no pueden manejar y la perdida de control.
  • Son beligerantes contra los sentimientos de empatía e impotencia.

Este cruce de necesidades inconscientes provoca relaciones tormentosas, basadas en el sufrimiento y las carencias (y no en las potencialidades) y que conlleva que sean difícilmente manejables. La omnipotencia de uno cubre las inseguridades del otro, y de manera inversa la hostilidad es aceptada en la pareja como mecanismo de comunicación, dejando de lado los principios básicos de una buena relación: comunicación afectiva, equilibro en la gestión del poder, y respeto mutuo.

El tratamiento psicoterapéutico de parejas en las que uno o ambos miembros muestran síntomas neuróticos es altamente complejo debido a que la evolución individual o por separado de cada persona conllevaría algo así como quitarse una venda de los ojos y una ruptura inmediata. Por lo que es necesario plantear un proceso escalonado, donde se pongan sobre la mesa primero las disfunciones relacionales, para mas tarde tratar las necesidades afectivas personales.

 

 

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