La Comida como Refugio: Entendiendo Nuestra Relación con la Alimentación

Cuando hablamos de problemas con la comida, solemos pensar en cómo se ve la gente. Quizás si tienen sobrepeso, están muy delgados o tienen un cuerpo perfecto. Pero lo cierto es que nos olvidamos de algo clave: todo empieza con la comida. Si pensamos en lo importante que es la comida en nuestra vida desde que nacemos, vemos que los trastornos alimentarios son, muchas veces, una forma de reaccionar a cosas que no tienen que ver con el físico o la nutrición.

Primeros Aprendizajes y el Poder de la Comida

Desde que somos bebés, la comida nos da calma. Un bebé que llora mucho se tranquiliza si lo alimentan. Así, aprendemos que el cariño y el alimento nos ayudan cuando nos sentimos mal. De mayores, oímos cosas como «este niño tiene hambre, por eso está nervioso» o «tienes que comértelo todo para ser más fuerte». Esto hace que la comida sea muy importante en la familia. Si no cumplimos con las expectativas al comer, puede haber roces.

Comer es una necesidad básica, algo que debemos hacer para vivir. Sin comida, la vida no es posible. Por eso, desde hace mucho tiempo, comer se ha convertido en un ritual que nos acompaña siempre. Piensa en cualquier celebración: casi todas giran alrededor de una mesa. En muchas religiones, la comida tiene un sentido sagrado, como el cuerpo de Cristo o las reglas de comida en el Islam y el Judaísmo.

Además, creemos que muchos alimentos tienen poderes especiales. Pensamos que curan, que son afrodisíacos o incluso «malos». La creencia en la magia de la comida nos lleva a poner nuestras esperanzas en los «superalimentos». Por todo esto, no es raro que la comida sea tan importante en nuestra cultura y para cada persona.

Cuando la Comida se Une a las Emociones

La importancia de la comida en nuestra vida hace que la unamos a personas, momentos y, sobre todo, sentimientos. ¿Quién no ha buscado consuelo en la nevera? ¿Quién no ha recordado algo del pasado por el olor de una comida? Muchos de nuestros mejores momentos han sido alrededor de una mesa.

La conexión entre la comida y nuestras emociones nace en una parte de nuestro cerebro que maneja los sentimientos. Por eso, a veces nos cuesta controlar lo que comemos. Cuando comemos sin parar, no buscamos el sabor. Buscamos esa sensación de calma o de estar satisfechos. Es vital reconocer cómo estas conexiones pueden llevar a desequilibrios en nuestra relación con la comida, que a veces son el inicio de trastornos alimentarios.

Igual que el amor nos puede hacer sentir «mariposas en el estómago», la ansiedad puede darnos mucha hambre o quitárnosla. Aquí, no se trata de tener hambre para sobrevivir. Es una forma en que reaccionamos a lo que vivimos. Nuestra relación con la comida muestra cómo nos sentimos. Podemos adelgazar mucho si perdemos a un ser querido. O engordar después de un despido o una ruptura. La imagen de sofá, manta y helado que vemos en el cine es bastante real.

En estos casos, es clave volver a tener una buena relación con la comida, sobre todo si estamos estresados. Las técnicas de relajación y ser fuertes ante las dificultades nos ayudan. También es importante saber qué emociones tenemos y qué las provoca (sentirnos vacíos, inútiles, tristes). Y también lo que nos rodea (relaciones tóxicas, soledad, aburrimiento). En resumen, se trata de tomar el control de nuestra vida. Ver el presente de forma honesta y positiva para prevenir el desarrollo de trastornos alimentarios.

La Comida como Escondite: Problemas Más Graves

Los trastornos alimentarios son un paso más en esta relación difícil con la comida. Son un grupo de señales. Van desde no comer casi nada y usar muchos laxantes, hasta hacer ejercicio sin parar, comer mucho y luego querer eliminarlo. Estos trastornos alimentarios tienen un origen difícil o traumático. Sería un error decir que solo son culpa de los medios o de los modelos de belleza que tanto frustran a los jóvenes.

Cuando investigamos más a fondo con jóvenes que tienen problemas con la comida, encontramos situaciones muy difíciles. Son personas que se aferran a sus síntomas como a un salvavidas. Suelen ser más inteligentes que la media. Pero se han sentido fuera de lugar y tienen la autoestima muy dañada. A veces, hay tristezas pasadas sin resolver o problemas familiares ocultos. Entender el trasfondo de estos trastornos alimentarios es fundamental para ofrecer la ayuda adecuada.

El Círculo de la Vergüenza

Todo empieza con un gran malestar. Me siento mal, deprimido, y pierdo el control. Empiezo a comer mucha comida, normalmente con muchas calorías. Después, me da mucha vergüenza por cómo me hago daño. Y porque la imagen que doy es de una persona cada vez más abandonada. Esto me hace sentir peor, sin autoestima, y me angustio. Y así, todo vuelve a empezar. Romper este ciclo es muy importante para tener una relación sana con la comida y con uno mismo, y para superar los trastornos alimentarios.