La enfermedad mental suele ser invisible, lo son los brazos que nos agarran en la depresión, el muro que nos paraliza en la ansiedad y las agujas que se clavan en los casos de fibromialgia. Y es que, aunque el dolor crónico es más común de lo que parece en la población (casi un 2,5% de la población adulta española cumple los síntomas), sigue siendo el gran desconocido para el Sistema Sanitario. Afecta generalmente a mujeres en una proporción de nueve casos por cada hombre, y se presenta en la mediana edad.
La persona que lo sufre no tiene problemas de tipo psicológico, es la propia dolencia la que los causa tanto por su larga duración. Como por los síntomas que la acompañan: dolores de cabeza, fatiga, una sensación de entumecimiento del cuerpo que causa alteraciones del sueño, llegando casos en los que se muestran cuadros depresivos o de ansiedad.
Es común ver una disminución en la realización de las tareas cotidianas, las propias limitaciones físicas generan un estado de postración, que hace que actividades como el ejercicio físico, las salidas a la compra, o la limpieza de casa sean imposibles de realizar provocando un sentimiento de frustración y falsa incompetencia porque en muchos casos los mas críticos con la situación son las propias víctimas de la fibromialgia.
A nivel social, el dolor crónico conlleva un déficit atencional que restringe (mas allá del propio padecimiento) la limitación relacional va acompañada de la perdida de amistades y en caso laboral el contacto con compañeros y la imposibilidad de ser valorado y ascendido profesionalmente. Lo cual se potencia cuando se consumen fármacos para aliviar el dolor, que generan un mayor cansancio y en algunos casos cambios en el estado de animo, con irritabilidad o apatía.
Las causas del dolor
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) define el dolor como una experiencia sensorial y emocional desagradable, generalmente asociada a un daño tisular real o potencial, o descrito en términos de dicho daño y cuya presencia se manifiesta por alguna forma de conducta observable, visible o audible. Existen diversas pruebas que indican que tiene que existir una base genética en el origen del trastorno: el Glutamato, la Sustancia P o el Catecol, son neurotransmisores que influyen en la fibromialgia. Por otro lado, también hay aspectos ambientales desencadenantes que participan de la existencia e intensidad del dolor, la perdida de un ser querido, un acontecimiento traumático o una severa enfermedad, todos normalmente del ámbito emocional que generan y a su vez potencian la situación, por ejemplo, el dolor genera aislamiento, una visión negativa de la vida y del futuro y como profecía autocumplica un mayor grado de soledad.
Que puede hacer la psicología en la lucha contra el dolor crónico
Una de las frases más recurrentes en la consulta es la de yo no estoy loca, mi dolor es real. Lo cual es totalmente cierto, el papel del psicólogo no es de valorar la cordura sino el de replantear la percepción dolor ya que es un componente individual, aprendido, que se puede aprenderé a controlar. También trabajamos el sentimiento de autoeficacia, y las expectativas poco realistas, tanto por defecto como por exceso que hacen que se mantenga o incluso se agrave la enfermedad, de igual manera que el pesimismo ante la enfermedad y el grado de pasividad por miedo al dolor que conlleva realizar actividades.
En fin ultimo es el de aprender estrategias activas de afrontamiento del dolor que nos permitan aceptar el dolor, combatirlo y poder retomar nuestra vida. Para ello tenemos entender de una manera objetiva que estamos viviendo un trastorno que afecta a muchos ámbitos, el físico, el mental, el emocional y el social. Una vez hemos tomado consciencia del problema real, debemos enfrentarnos a través de diversas técnicas. La más practicas son las de relajación, que ayudan a limitar el impacto de las crisis de dolor. Para después comenzar con mecanismos de reestructuración cognitiva, generar pensamientos positivos que nos ayuden a que los periodos de dolor se espacien en el tiempo. También son efectivas en muchos casos los procesos de condicionamiento y las autoinstrucciones para el control del dolor y de situaciones de riesgo. Así como el uso de la inteligencia emocional en la solución de problemas de una manera positiva.
Consejos útiles frente al Dolor Crónico
Tenemos que interiorizar que el dolor no nos puede limitar la vida. Debemos manejar a nivel mental las emociones negativas (fracaso, vergüenza, etc.) que suelen ir asociadas a la enfermedad. Expresar los sentimientos ayuda a reducir el nivel de estrés que tanto influye en la intensidad del dolor. Establecer prioridades para evitar la fatiga. Pero sobre todo creer en uno mismo y dar el paso de buscar apoyos, la fuerza que otorga la comprensión de nuestro circulo es comparable al mejor de los fármacos imaginados. Es la herramienta para conseguir un bienestar emocional y psicológico y enfrentarse al dolor.
El dolor que nos invade no se queda dentro de nosotros, sino que afecta a los nuestros que impotentes, no saben como ayudarnos, lo que genera en ellos angustia y frustración y a la larga conflictos familiares o de pareja. Que entiendan lo que esta pasando y darles un papel en nuestra recuperación ayudará y fortalecerá los lazos con los más cercanos. Tan necesario es buscar dentro de uno mismo para encontrar el equilibrio como no olvidar que dependemos de los nuestros si queremos salir del agujero de incapacidad que supone el dolor crónico.
Los conflictos originados por el dolor en ocasiones nos superan. Es necesario tomar una actitud realista y pedir ayuda a un profesional para gestionar esas emociones que tanto daño nos hacen y repercuten en quienes más queremos. Antes de perder el control de tu vida y generar un daño irreparable, tienes que tomar una actitud activa. Escúchate, tu pensamiento, lenguaje y emociones te quieren transmitir algo. No permitas que el sufrimiento marque tu camino.
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