El favoritismo parental ¿un privilegio o una carga?

El favoritismo parental es más común de lo que pensamos. Muchos padres, aunque no lo digan, sienten una conexión especial con uno de sus hijos. A veces, esto ocurre sin querer. Otras, se nota con claridad.

Este trato desigual puede parecer inofensivo. Sin embargo, el favoritismo parental deja huellas. Y no solo en el hijo menos querido. Todos los miembros de la familia lo sienten.

Los niños perciben el favoritismo desde muy pequeños. Se dan cuenta de los gestos, los tonos y las comparaciones. Esto puede generar tristeza, inseguridad y ansiedad. El hijo que no es el favorito se siente en desventaja. Como si tuviera que esforzarse el doble para ser visto. A veces, reacciona con rabietas o mal comportamiento.

Pero el hijo favorito también sufre. El favoritismo parental lo pone bajo presión. Siente que debe cumplir con expectativas altas. Puede sentir culpa o miedo a fallar. Y cuando sale al mundo, descubre que no siempre será el centro. Eso puede doler. El favoritismo parental es una carga para todos.


El hijo síntoma: cuando el problema es de la familia

A veces, un hijo «problemático» es solo el reflejo de un entorno que no está bien. Llamamos a esto «hijo síntoma». Es el niño que grita lo que la familia calla. Que actúa lo que los adultos evitan.

El favoritismo parental puede ser uno de esos temas no resueltos. Cuando hay un trato desigual, las emociones se acumulan. Y alguien las termina expresando. Ese hijo que pelea, se aísla o baja sus notas, quizás está diciendo: “algo no va bien aquí”.

Es importante escuchar más allá de la conducta. El favoritismo parental puede romper el equilibrio emocional de los hijos. Y muchas veces, el niño que más molesta es el que más necesita ser visto de forma justa.


¿Qué podemos hacer como padres?

La solución no está en sentir culpa, sino en actuar con conciencia. El favoritismo parental se puede corregir con acciones pequeñas pero sinceras.

  • Habla con tus hijos con honestidad.

  • Asegúrate de que todos se sientan valorados.

  • Observa tus gestos, tu lenguaje y tu tiempo compartido.

  • Pregúntate: ¿estoy viendo a cada hijo como único?

No se trata de repartir todo por igual. Se trata de dar a cada uno lo que necesita. La equidad emocional es la clave.


Consejos para una familia equilibrada

  • Valora a cada hijo por sus cualidades únicas.

  • Evita comparaciones. Cada niño tiene su ritmo.

  • Practica una escucha activa y sin juicios.

  • Acepta tus errores y habla de ellos.

  • Si el favoritismo parental ha causado tensión, considera la terapia familiar.

Siempre es buen momento para empezar a mirar a cada hijo con nuevos ojos y construir vínculos más sanos.No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos escribir un presente más justo para todos.